sábado, 27 de octubre de 2007

Y la cultura, ¿Qué?

Hola de nuevo; hoy estoy que me salgo, dos nuevas entradas.
En este caso, no voy a postear sobre embarazos, deportes, ... ahora toca mi otra dedicación, la política. Me quiero centrar en Fustiñana.

Nuestro pueblo cuenta hoy en día con 2.500 habitantes aprox., últimamente, y viendo y viviendo desde dentro la actividad política del ayuntamiento, no concibo que éste, únicamente sirva para gestionar el día a día, para reparar las averías que surjan, para construir infraestructuras que a los dos días, por falta de previsión, queden pequeñas.

El ayuntamiento debe estar siempre, siempre, cercano a sus vecinos, y un alcalde como Marco Polo no sé si es lo mejor, lo será cuando así lo han querido los votantes. Pero no quiero hablar de esto, cuando exijo proximidad me refiero a un hecho que me tocó ayer vivir, y que en otros momentos (la legislatura pasada) ocurrió igual.

Ayer, Manuel Arriazu, presentó su nuevo libro, La Lentitud De Las Balas, segundo libro del escritor fustiñanero, y cual fué mi sorpresa que del grupo mayoritario en el ayuntamiento no había nadie, la oposición estaba representada por mí, yo no había recibido invitación, sino que leí los carteles que había en el pueblo, supongo que ellos también. Y mi decisión fue el estar presente en el acto, por aprecio al autor y por representación "institucional".

Y esto es a lo que me refiero, ¿Porqué nadie del grupo mayoritario estaba presente? ¿Tenía algo que ver con su actividad anterior en El Ideal? ¿No apoyamos la cultura?

Estoy cansado de reflejar en nuestros presupuestos, más aportaciones económicas a la cultura. Se hacen actos, sí, se hacen, pero cuando alguno de nuestros vecinos tiene tanto que aportar, el ayuntamiento debería, siempre, siempre, estar al lado de este, y no es sólo el caso de Manuel Arriazu, sino de tantos y tantos vecinos con inquietudes culturales, Manolo, Javier Bozal, ¿Sabiais alguno que ya ha rodado al menos dos cortometrajes? ¿Sabiais que ninguno se ha proyectado en el cine de nuestro pueblo?

Así pues, obras, reparaciones, presupuesto, SI, necesarios, pero no nos olvidemos de potenciar la CULTURA, que para mí es el alimento del alma, pero cuando digo cultura, digo lectura, cine, música, deporte, etc...

Yo en mi pueblo quiero MAS CULTURA, por favor.

1 comentario:

Carlos Guillén dijo...

Cierto es que, poco se hace por la cultura en éste pueblo, pero pienso yo, que la cultura popular, no debe estar en manos exclusivamente de las instituciones, sino, de la ciudadanía en general. Así pues, pienso yo que si no existe una apuesta clara por la cultura, es porque la ciudadanía no somos capaces de implicarnos, y también, porque las instituciones no te dotan de medios. Aunque de lo que estoy seguro, es que mayor culpa tenemos los vecinos del pueblo, que el ayuntamiento, pues donde hay ganas no existen estos problemas, pese a que claramente, la culpabilidad es compartida.
Me dio rabia no haberme enterado de la presentación del libro de Manolo Arriazu, pues me hubiese gustado estar presente, para escuchar la introducción a su libro, y por qué no, también adquirirlo o tomarlo prestado en la biblioteca. Peco de no haberme enterado antes, y me pesa no haber acudido a la cita. Pero sí es cierto, que desde las instituciones se mima poco éste tema, como tantos otros que podamos incluir en el “paquete cultural”.
De libros no podría hablar, porque no escribo, y del desaparecido Ideal, podría decir algo, pero más me gustaría hablar de otras cosas que podríamos encuadrar en éste hilo. Por ejemplo, el paloteado. Hace cuatro años, unos jóvenes del pueblo, nos pusimos en marcha junto con antiguos dantzaris de la localidad para rescatar del olvido el paloteado, probablemente el alarde cultural fustiñanero por antonomasia, por no decir, estandarte de nuestra cultura popular, tanto aquí, como en otras localidades de La Ribera. El desconocimiento por buena parte de la gente joven de éste acto, provoca directamente la inexistencia del relevo generacional y la dejadez por parte del ayuntamiento, condenándolo a su desaparición. Que por cierto, y según relata José María Jimeno Jurío en su libro “Danzas populares: de la Ribera Navarra a Tolosa”, uno de los más importantes junto al de Cortes y el de Monteagudo. Pese al esfuerzo, no salió adelante, por diversas motivaciones, entre otras lo justos que andábamos de personal. Se echó en falta también un lugar donde ensayar a gusto.
Factores como la nula implicación de la gente a la que muchas veces nos cansábamos de hablarles de lo atractivo del tema, la poca ilusión que hay sobre todo entre la juventud por conseguir ningún tipo de objetivo (pues el fútbol, con perdón, acapara todos los esfuerzos, parece ser), complican la cosa. Ni una sola campaña, ni un guiño, ni una facilidad a fin de cuentas. Bonito sería que las danzas de palos volvieran a resonar en nuestra Plaza de los Fueros para San Justo y San Pastor, pero el esfuerzo a realizar es tan grande y tan sumamente complejo que, a día de hoy, parece una cima difícil de conquistar, y con pena podríamos decir, que lo hemos perdido para siempre.
Por otro lado y sin ánimo de avivar confrontaciones ideológicas, se encuentra otro tema cochambroso, e incluso delicado a la hora de plantear en un pueblo con las características del nuestro. Lo he comentado con mucha gente a lo largo de unos años, de diversa procedencia ideológica, y cierto es, que de alguna manera terminan pensando lo mismo que yo pese a no terminar de aceptarlo. Y es algo tan curioso como el Olentzero en Navidades. Pese a la aversión que pueda producir éste personaje en nuestra comarca, cierto es que, todos los años visita a los niños en Tudela, Ablitas, Castejón, Cascante, Cintruénigo y Cortes, espero no dejarme otros pueblos donde acuda. Quizás nos cueste encajar la presencia del bonachón carbonero en un pueblo como el nuestro, aunque por lo visto, sería de lo más normal. En algunas investigaciones que se han hecho, la procedencia del personaje navideño, mucho más antigua que Papá Noel, nos conduce según algunos, al navarro Valle del Salazar, y según otros, a la localidad navarra de Lesaka. Con lo que podemos rematar que el Olentzero es tan navarro como la txistorra, el patxaran o los toros karrikiri, y sin embargo se trata de vetar su presencia en determinadas zonas de nuestra provincia. No así en otras provincias limítrofes, donde pese a poder ser acuñado como “forastero”, se le recibe con los brazos abiertos de par en par. El sector más conservador nos ofrece al omnipresente Papá Noel, de procedencia turca. Curiosamente éste sector conservador, es quien no entiende la entrada de Turquía en la UE. Paradojas de la vida.
Y saliéndonos del tema navideño, me acerco a otro tema, que lo pongo en consonancia. Y es la celebración de Halloween. ¿No queremos que nos visite nuestro paisano Olentzero porque no tener tradición en ésta comarca (cosa que no es así) y sin embargo empujamos a los chavalillos jovencitos a celebrar la noche de Halloween, que eso si que no tiene tradición ni por asomo en nuestro territorio? Ya no en el norte o en el sur, ¡en ningún rincón de nuestra geografía!
Me pueden tachar de exagerado, pero cierto es que yo a esto lo denomino “asimilación cultural”, que es lo que hacían los imperios y potencias “dominantes”, sobre los pueblos y naciones dominados. Vetar la cultura local e imponer, poco a poco la cultura del imperio o estado dominante. Así se facilitaba el asentamiento de los unos, sobre los otros. Y… ¿qué quieren que les diga?, no sería agradable ver de aquí a unos años desaparecer nuestras bocaterías o bares de pintxos del casco viejo, por hamburgueserías, nuestros deportes de frontón, por el béisbol, y tantas y tantas cosas, que lo único que ponen de manifiesto en el mundo, es que nuestras diferencias en lo cultural, usos, costumbres, gastronomía, es la base de la auténtica riqueza de la humanidad. Resulta asombroso y sano conocer y aceptar nuestras diferencias. Sin embargo, si ni siquiera somos capaces de conocer y aceptar las nuestras… ¿Cómo vamos a hacerlo con las demás?